Los ciclos son una tangible oportunidad de renovación. Aprender a soltar y renovar nos permite estar en el aquí y ahora.
a mayoría de las personas tenemos presente la apertura y cierre de ciclos solo en acontecimientos majestuosos y colectivos como el inicio de un año nuevo, sin embargo, están presentes en todo momento de nuestra vida, acompañan cada acción que realizamos en el día y tienen mayor trascendencia de la que imaginamos.
Los ciclos son una serie de acontecimientos y estados además de ser una constante. Delimitan acciones, acontecimientos como un cambo de trabajo o de residencia, acotan el comienzo o término de una relación de pareja, un matrimonio, marcan tiempos e historias en una nación y culturas, etc.
Toda nuestra vida está llena de ciclos.
Éstos puedes ser internos o externos.
Éstos puedes ser internos o externos.
Los cambios de ciclos en las mujeres son cada 7 años y de los hombres cada 9.
La forma en la que vivimos los ciclos es diferente entre mujeres y hombres. Esto tiene que ver con lo que nos enseñaron culturalmente y con la relación entre nuestros arquetipos materno y paterno.
Una forma de saber qué tanto aprendimos a cerrar y abrir ciclos es observando nuestras rutinas en escenarios tan cotidianos como decidir cambiar de marca de shampoo o de maquillaje, la línea de artículos de limpieza de la casa, cambiar la decoración o los muebles. La facilidad para cambiar de trabajo, casa o residencia, el soltar una relación que ya terminó, el tomar una ruta distinta de regreso a casa también son reflejos de la facilidad que se tiene o no para cerrar ciclos e integrar nuevos elementos de vida.
El cierre de ciclos está ligado con la formación que tenemos del arquetipo paterno, con esa representación de lo masculino y que nos permite aprender a poner límites a ser concreto, a tener fuerza interna y claridad, a soltar e irnos cuando es necesario.
La apertura de ciclos está ligada al arquetipo materno, a la representación de lo femenino y de la creación de proyectos, a la ilusión de iniciar cosas, de alimentarlas, nutrirlas y mantenerlas. Es esta representación la que nos permite sentir apego y amor a las cosas, personas y situaciones que nos rodean.
Cuando no hay un equilibrio entre estas dos representaciones y la consciencia de cómo aprendimos a vivirlas, suelen manifestarse conflictos y dolor al momento de hacer cambios, de soltar lugares, personas, trabajos, etc. así como dificultades para comenzar nuevos
proyectos y nutrirlos lo suficiente para consolidarlos y madurarlos.
Aquí la importancia de hacer consciencia sobre la forma en la que nos relacionamos con estos arquetipos y más aún de la forma en la que los vivimos.
Los ciclos han estado y estarán presentes a lo largo de la vida. Son una constante y parte de nuestro aprendizaje y renovación permanente. Por todo lo anterior la invitación a abrazar y vivir los ciclos desde la consciencia y el amor.
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